lunes, 22 de noviembre de 2010

ni vencedores ni vencidos

El sol de las cuatro de la tarde derretía el asfalto de las desiertas calles de Avellaneda. De vez en cuando algún pendejo reventaba una bombita de agua en la ventana de nuestra sección, al lado del grafitti de Perón, "Perón y el pueblo unidos, jamás serán vencidos". Me gustaba encontrarme con esa frase cada vez que bajaba del colectivo, me daba fuerzas para arrancar, incluso a veces cuando andaba medio maricón, me quedaba unos minutos mirándolo y se me humedecían los ojos, que grande mi general.
En enero trabajar en la cervecería era insoportable, las paredes transpiraban del calor, y uno tenía ganas de tomarse todas las cervezas que desfilaban por la cinta transportadora. A mí y a cinco compañeros más nos tocaba la parte de embotellar. Luis, Mario, Eugenio y yo, eramos peronistas, pero peronistas de corazón, y Alberto no era ni peronista ni antiperonista, era un tipo callado, no le interesaba la política, pero igualmente nosotros tratábamos de que se uniera a nuestro bando. En la vereda de enfrente estaba Rogelio, que era radicheta, así que se la teníamos jurada. Nuestro jefe era re gorila, un hijo de puta, me acuerdo que el 17 de Octubre nos amenazó con despedirnos a todos si nos íbamos para la marcha, y en el 46, cuando el general asumió la presidencia, no apareció en todo el día, dicen que estaba re caliente. Luis, Mario, Eugenio y yo brindamos con unas cervecitas.
La relación con Rogelio era complicada, teníamos ganas de embocársela, menos Alberto que no cortaba ni pinchaba. Una mañana estábamos hablando de política con los muchachos, creo que de un discurso que había dado el general unos días antes, y el radicheta no tuvo mejor idea que cagarse de risa y decir que Perón era un facho y que Evita era un puta. Lo hicimos mierda de un botellaso en la espalda, igual no le pasó nada, pero no le quedaron más ganas de reirse. No apareció más por la cervecería, Mario nos contó que un día lo vio y que se escondió en una galería.
Mi familia y yo estamos muy agradecidas con el gobierno de Perón y Evita, gracias a ellos hemos progresado mucho. En el 45, después de tantos años de laburo, nos fuimos de vacaciones, los chicos estaban re contentos. Además de comprar comida y vestirse, uno ya podía empezar a ahorrar para hacer otras cosas. Así que conocimos Mar del Plata, nos quedamos en el hotel del sindicato, los nenes estaban chochos que se habían bañado en el mar, y la patrona también. Por alguien se ocupó de nosotros.
El 16 de Octubre nos cagamos todos con el bombardeo de plaza de mayo, la cosa se puso brava. Murieron muchos inocentes y en casa tuvimos miedo.
Hoy cada vez que voy para Avellaneda y paso por la cervecería se me hace un nudo en la garganta. No creo que vuelvan a abrir. El graffiti ya no está, lo taparon, pero algún día lo voy a volver a pintar. Con mi mujer ya no hablamos del peronismo, por las dudas. A los muchachos no los vi más. Me dijeron que Albertito se puso contento con esto de los militares, pedazo de cagón, se la tenía guardada el hijo de puta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario